La Puerta

Cada hombre es un isla, no me vengan con que no, con que ningún hombre es una isla, porque sí, sí lo son. Y en cada uno rigen sus distintas reglas y costumbres, algunas compartidas y otras absolutamente desconocidas por otros.

Yo tengo un problema con aquellos que cierran la puerta del baño después de usarlo. Tengo tanto problema con eso que no sé por donde empezar. Y lo peor de todo es que este último tiempo estuve conviviendo con un amigo que necesita un lugar donde parar por una transición de vivienda, y él es de los que cierran la puerta mientras que yo no. Eso entre una de las mil locuras que me hace, que si no fuese mi amigo y leyese mi blog, ya me hubiese descargado por acá, pero no puedo así que lo hice en mi blog anónimo.

Resulta que yo soy de los que no cierran la puerta, entonces para mi ver la puerta del baño cerrada, significa algo tan simple como que está ocupada. Para qué va a estar cerrada si no hay nadie adentro, si es el símbolo universal de "ocupado". O sino algo están ocultado, ¿qué muerto dejaron ahí adentro que no lo quieren dejar salir? De hecho, si te dejaste un muertito ahí, mejor abrir la puerta y que se salga, porque sino el próximo que entre, desprevenido, luego de haber golpeado la puerta y haber esperado que nadie responda, se llevará de regalo una sorpresa asesina para las fosas nasales.

Déjelo salir amigo, que ahí adentro no tiene nada que hacer. Deje la puerta abierta, no deje lugar a dudas de ocupación del lugar, no sea molesto, ¿entiende? Y esto es un manifiesto universal, no apuntado a cierta persona en particular que está conviviendo transitoriamente con cierta otra persona en particular.