Una despedida no es un goodbye

No hizo falta decirnos nada, ambos sabíamos que este día iba a llegar. Desde el principio de la relación se sabía que esto no iba a durar por siempre. Sobre todo porque estaba claro que si fuese por él no hubiésemos cortado nunca, pero yo lo tenía lo sabía desde un principio.
Nos ahorramos todas las palabras, yo se que el chino me entendió. Mis ojos color jazuel dijeron mucho más que mil palabras.
Ahora voy a tener lavarropas, y las dos bolsas que me llevé hoy serán las últimas que me va a lavar Lin.
No supe como despedirme con palabras, pero él tiene esa sensibilidad y profundidad con la que quita esas manchas del alma que entendió perfectamente la situación.
Se que algún día voy a recaer, que no voy a poder evitar las ganas de verlo y llevarle las sábanas de plaza doble o alguna frazada. Pero más allá de esos touch and go, voy a tratar de evitarlo. Va a ser muy doloroso...

para él, claro, yo estoy feliz como un gordito diabético que se quedó encerrado toda una noche en un supermercado.