Claro que los tenemos idealizados. Son nuestros heroes. Tanto de la infacia, como de más grandes, cuando ya nos sentimos un poco más identificados sus canciones más instrospectivas. Creemos que viven en imponentes casas, con hermosas mujeres, tienen picinas con la forma de un riñón sirroso y sus hijos son drogadictos desde los 4 años. Claro que es una vida gratamente envidiable.
Pero a veces la realidad te golpea tan duro en la cara que te saca los dos dientes de adelante y tu nuevo apodo es "Ventanita del Amor, villero puto".
Todos los rockeros van al banco. Vestidos de rockeros o de civiles, pero van al banco. A cobrar, a depositar, a crearse un plazo fijo a 6 meses con interés del 1,5% o simplemente a cambiar los dólares que les regaló su abuela para su cumpleaños.
Al final son como vos... como yo... bah... ¡como todos!
Son pibes de barrio.
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